EDUCAR PARA TRANSFORMAR
Profesorado, revista de curriculum y formación del profesorado.
Al abordar temas vinculados a las relaciones humanas en general o las relaciones dentro de las instituciones, y en especial las educativas, surgen interrogantes que apuntan a reflexiones, que entendemos, son más profundas y que muchas veces desestimamos por la falta aparente de tiempo con la que contamos, o bien, por que muchas veces, pensamos que solo son unos pocos quienes se cuestionan en estos ámbitos (y que estos son seres idealistas, más bien etéreos o seres con un grado de desadaptación o descontento social importante) y por tanto la posibilidad de generar cambios, a nuestros ojos, es muy baja o quizás, incluso, hasta invisible. (Es muy común escuchar que el “sistema” no nos permite hacer, pensar o cambiar y que el “sistema” nos corrompe y nos impulsa a actuar como rebaño, sin siquiera darnos la posibilidad de cuestionar nuestra propia actuación en el “sistema” y el por qué hemos dejado que el “sistema” decida por nosotros y deshumanice día a día la mayor parte de nuestras instituciones y en especial las instituciones educativas)
Siendo así es legitimo preguntarse, sobre todo si además se es docente, (aún cuando no es de exclusiva responsabilidad de los profesores cuestionarse y reflexionar sobre estos aspectos. Sin embargo, si es posible afirmar que el profesor o el docente, efectivamente, es uno de los agentes de cambio social más relevantes y a través del cuál sería posible lograr transformaciones sociales más profundas.) respecto de ¿cuál es el aporte que cada uno de nosotros realiza para el cambio y la humanización de esta sociedad?; ¿cuán dispuestos estamos a aportar a la humanización de nuestras instituciones?, partiendo por la escuela como una de las principales instituciones transmisoras de cultura y de valores. Y a partir de ello, ¿cuán dispuestos estamos a mirarnos autocríticamente, a asumir nuestra responsabilidad y comprometernos a aportar para generar una transformación social? (Quizás el problema sea que nos cuesta demasiado atrevernos a desafiarnos a nosotros mismos y a asumir tamaña tarea.)
Es urgente entonces impulsar un cambio de paradigma y a partir de ello ocuparnos del otro y no sólo preocuparnos por o del otro, como se estila hoy en día, en el que cada ser humano incrementa el número de preocupaciones, sin que esto sea sinónimo de que finalmente se ocupe de ellas buscando alternativas o soluciones.
Sin duda es una tarea larga y compleja, que requiere, necesariamente alejarnos de la cultura de la queja, que es algo que se ha ido arraigando en la mayoría de nosotros y que nos impide concienciar respecto de nosotros mismos, los otros y el ambiente que nos acoge.
(Ver como parte de la introducción, video:“La civilización empática”, Jeremy Rifkins)
«En cuanto presencia en la historia y en el mundo, lucho esperanzadamente por el sueño, por la utopía, en la perspectiva de una pedagogía crítica. » Paulo Freire (Pedagogía de la indignación. Ediciones Morata. Madrid, 2006)
A partir de ello el comprender el carácter social de la práctica docente, descentrándonos de la exclusiva mirada técnica que se le da al rol del profesor, dando paso a los significados, percepciones y acciones de las personas involucradas en el proceso educativo así como también a los aspectos político institucionales, administrativos y normativos del proyecto educativo país, se transforman en una necesidad real de la educación del siglo XXI. Dando cuenta de esta forma de la compleja y diversa trama de relaciones entre las personas y la comunidad, que supone la práctica docente, y que se desarrolla dentro de un contexto social, económico, político y cultural que influye en el trabajo docente y determina sus demandas y desafíos, y que por tanto implica relaciones con los estudiantes, con otros docentes, con la familia, las autoridades, la comunidad, la institución, la sociedad, el conocimiento y los valores personales, sociales e instruccionales que subyacen a la práctica docente y que determinan el tipo de hombre y modelo de sociedad que se quiere formar.
Se vincula, de esta forma, la práctica docente con la gestión, pues esta implica la construcción social de estas prácticas en la institución docente, así como también, implica procesos de decisión , negociación y acción desde el compromiso con la puesta en práctica del proceso educativo. E implica, a su vez, el análisis y reflexión profunda de ciertas dimensiones que componen esta práctica en particular: la dimensión personal (que considera ante todo la práctica docente como una práctica humana y al profesor como un ser histórico); la dimensión institucional (organización donde se despliegan las prácticas docentes y el escenario más importante de socialización profesional); dimensión interpersonal ( referida a las relaciones entre los actores que intervienen en el quehacer educativo, clima institucional); la dimensión social (entendida como el conjunto de relaciones referidas a la forma en que cada docente percibe y expresa su tarea como agente educativo y el alcance social de la misma); la dimensión didáctica (que da cuenta del papel docente como facilitador del aprendizaje y la reflexión sobre las formas como se presenta el conocimiento, las formas de enseñar y concebir el proceso educativo); y por último una dimensión valórica (que conlleva un conjunto de valores, de creencias, actitudes y juicios, que el docente muestra como visiones de mundo permanentemente en las situaciones de enseñanza, anulando entonces la supuesta neutralidad de la práctica docente).
Estos aspectos constituyen elementos de análisis de la realidad pedagógica y la estructura de este diario de aprendizaje, organizado en tres grandes bloques: los protagonistas de la práctica educativa, que aborda el rol del profesor en sus distintas dimensiones, el alumnado y los factores psicoeducativos y sociales que inciden en el aprendizaje; la cultura participativa y colaborativa como eje de los procesos educativos, que hace referencia a la cultura organizativa, escolar y profesional, a la participación y a la escuela como unidad de cambio; y por último lo referido a las dinámicas internas de los centros educativos que hace referencia a los grupos en la organización escolar, la convivencia escolar y el conflicto, temáticas que permiten profundizar en la reflexión y transformación de este quehacer.
Diario de aprendizaje
Campos, H. Rodrigo. (2008) Incertidumbre y complejidad: reflexiones acerca de los retos y dilemas de la pedagogía contemporánea. Revista Electrónica “Actualidades Investigativas en Educación” Volumen 8, Nº1. Costa Rica.
Artículo: Carlos Tünnermann Bernheim. "El rol del docente en la educación superior del siglo XXI"
Fierro - Johanna Contreras (2003). La práctica docente y sus dimensiones.
