EDUCAR PARA TRANSFORMAR
Sin embargo, si los motivos son extrínsecos, con frecuencia el profesor limita su labor fundamentalmente a la simple transmisión de los contenidos de la materia, estableciendo el “facilismo pedagógico”. Las insuficiencias en la personalidad del estudiante en gran medida están condicionadas a dicho "facilismo pedagógico", que consiste en una disminución de las exigencias docentes, como la selección de tareas o ejercicios tipos que no requieren estrategias intelectuales complejas; dar al alumno facilidades adicionales excesivas para que apruebe las materias; la enseñanza que sólo persigue la reproducción de los contenidos por el alumno, que no le plantea situaciones que hagan necesaria su iniciativa y creatividad. Estas cuestiones alientan el facilismo en el aprendizaje, generando en el estudiante un rechazo hacia todo aquello que entraña dificultad y esfuerzo, por lo que a su vez atentan contra el desarrollo de sus cualidades volitivas y de valores, tales como el sentido de la responsabilidad, la perseverancia y la tenacidad ante las tareas (González, 1995).
Es por ello que los objetivos de la enseñanza deben estar en correspondencia con los objetivos de aprendizaje, es decir, con las finalidades que pretenden lograr los estudiantes; así como también con la demanda social. Constituyéndose en el elemento rector del proceso de enseñanza aprendizaje, cuando tanto los alumnos como los profesores los asumen concientemente como suyos.
Educar para transformar es un sitio para compartir información, documentos, vídeos, estrategias, reflexiones y puntos de vista que permitan mejorar las prácticas pedagógicas de cualquiera de sus visitantes. Podrán encontrar en esta página un espacio de aprendizaje colectivo, con el propósito de empoderar a las personas a tomar las riendas de su destino, producir un impacto significativo en su entorno inmediato y contribuir a un mejor futuro para ellos mismos como para las comunidades educativas que integran como docentes en formación o en ejercicio de la profesión.
Se parte de la premisa que enseñar, hoy día, significa motivar e involucrar a los estudiantes en un proceso de construcción y reconstrucción de sus propios conocimientos, habilidades, actitudes, afectos, formas de comportamiento y valores y por tanto es hacer que vivan y sientan que la ciencia es una actividad humana y no un conjunto de conocimientos que deben aprender de memoria. Desde ahí es que estamos convencidos de la necesidad de un cambio conceptual en la educación, centrado en mover el centro de atención desde la enseñanza hacia el aprendizaje. Reconceptualizando la actividad de estudio del alumno, considerando al profesor como un orientador, facilitador o mediador del aprendizaje del estudiante. Sometiendo a discusión la concepción de la actividad del profesor desde una perspectiva de la educación basada en el aprendizaje, cuyo centro es el estudiante.
Si entendemos que lo que diferencia al proceso de enseñanza aprendizaje de otros procesos, es que lo que se transforma no es un objeto material inanimado, sino un ser humano, una persona, la que que se modifica a sí misma con la ayuda de otras personas más capaces, especialmente con la guía, orientación y mediación del profesor, comprenderemos que el objeto de la actividad del profesor no es exactamente el estudiante, sino la dirección de su aprendizaje; "pero para que dicha dirección sea eficiente, el profesor debe concebir al estudiante como una personalidad plena que con su ayuda construye y reconstruye sus conocimientos, habilidades, hábitos, afectos, actitudes, formas de comportamiento y sus valores, en constante interacción con el medio socio cultural donde se desenvuelve" (González, 1996).
Los motivos que mueven al profesor a desarrollar su actividad pueden elevar la efectividad del proceso de enseñanza aprendizaje, de motivar a sus alumnos por el aprendizaje de la materia que imparte y, al unísono, de contribuir al crecimiento personal de cada uno de ellos.
¿Qué es educar para transformar?
